La sal impregnada de odio y de impunidad
Brota de la ruin e insultante sonrisa
Que hace mella con esmerada crueldad
En las sangrantes llagas de la memoria.
Trece rosas para tumba inexistente,
Anhelante de la promesa incumplida,
De la justa y necesaria satisfacción
Que la justicia no puede cumplimentar.
Cuarenta años -tras cuarenta años- de espera.
De pedir con calma y ejemplar mesura
Una migaja de caridad cristiana
A quienes se esconden tras los crucifijos.
A quienes alimentan la malquerencia
Procurando evitar, por todos los medios,
Que nuestros muertos salgan de las cunetas
Para determinarles como asesinos.
La sal escuece en las heridas abiertas
Por los que roban, entre otras, la esperanza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario