Pulsando, con el pulso tembloroso,
A tientas, tentado a lo intransitable,
Ensayan los dedos un comparable
Movimiento, al hacer del cauteloso.
De las teclas, sonido navegable,
Vestidas blanco y negro riguroso,
Se endulza el oido menesteroso
De una mujer notable y admirable.
Regalándose más de una indulgente
Mueca de provechoso recorrido
Y de intencionalidad delincuente,
Mientras suena un largo y sordo alarido
Desde el instrumento laxo y latente
Que duda entre un bemol y un sostenido.
La máquina de las emociones
Enfila su trayecto
Como una locomotora
Que atraviesa montañas
Conmovidas.
Por túneles de pasión
Oculta
Que pierde esa calidad
A la salida.
Ante la luz y las
Miradas encontradas.
lunes, 29 de octubre de 2012
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