El Temple De Los Penados

Ahora que, presumo, viene a colación
La crónica del nudo palpitante,
Permite que me haga participante
De tu silencio con mi contribución.

Como la moda, terca e inconstante,
La caprichosa lengua del corazón,
Mutable como piel de camaleón,
Relega mi entendimiento vacante

Dejándome delirante y expuesto
A humaredas y vientos alterados;
A mudanzas de mi juicio pospuesto;

A lamentos de los aficionados.
Cuando acostumbro al dolor manifiesto
Y la entereza de los condenados.

La espera
Siempre es más corta
Que el valor
De la pérdida de un tren
Cuyo lugar en la lista de
Perdidos,
Desconoces.
Mas ahora quiero
Respirar
El frio que emana de tu
Boca.

De Menesterosas Riquezas

A menudo me asombra la riqueza
Que la penuria da por argumento.
Y me conformo con este momento
Que deja regusto a miel y a cereza.

Cuando tu palabra es mi alojamiento
Sabes que me alimento de belleza,
- Más, si es aderezada con cerveza -
Que tu mirada es mi mejor sustento.

Vivo la fría mañana de invierno
Templando tu corazón y tus dedos;
Olvidándonos del frescor externo,

De mis cuitas, mis temores y miedos.
De mi travesía por el Averno,
Que te erige en el mayor de mis credos.

Manjar de dioses
Pecadores,
Expulsados del paraíso
Y su entronamiento,
Es la inmisericorde
Contemplación de la
Belleza.
Pábulo de humildes
Versificadores
Cuyos estómagos se sacian de
Beldad.

De Imposibles Certezas

Del árbol de los sabios, sus cortezas;
Oculto y en horario clandestino;
- Más nocturno, quizá, que matutino -
He tomado prestadas con limpieza.

En un claror palpable y genuino,
Atestado de imposibles certezas;
Certezas que alimentas y aderezas
En las más duras horas de mi sino,

Descubro que me observas hace rato
Confrontando tus ojos y mi asombro
Con palmario impudor y sin recato.

Descubro que, los pies, que humilde, alfombro
Me acercan tu cuerpo ligero y grato
Tan cerca como el beso que no nombro.

Cuando el amor es la única verdad
Que permanece flotando
En un mar de mentiras,
No olvides las llaves.
No pierdas las llaves
De las esposas.
Puede que un día
Desees liberarme.
Entonces
Podré
Acariciarte.

Pétalos Rezumantes De Vino

Has dejado fuera el frio y el viento
Mientras que, en mi mano, la copa posas
En los dias de vino y secas rosas,
Colmando ya mi sed y mi contento.

Flotando en reflexiones amargosas,
Cinco peniques por un pensamiento
Olvidado en la noche del evento
Lleno de circunstancias azarosas.

De la ofuscación a la intemperancia
Transitando por el lado salvaje.
Por los caminos de la extravagancia.

Allanando mi pecho al abordaje,
Convirtiéndolo en tu incómoda estancia,
Dejándome a merced y vasallaje.

Crónica de la sonrisa helada.
No,
Congelada como imagen
En el pensamiento.
Relato del preciso
Momento
En que se ralentiza
Un frágil movimiento
De cuello.
Visión estroboscópica
De un instante.

Saturnal Samaín

En la saturnal noche de la Sierra
La antorcha del Druida te ha despoblado
De miedos y angustias. Y el arbolado
No alberga ya la sombra que te aterra.

Encárnanse bajo el roble sagrado
Las fuerzas naturales de la Tierra.
El poder que su corazón encierra
Mayor es que el que abraza el obispado.

Esta noche, cuando se abra la Puerta
Y de un lado y otro haya conexión
Vuelca tus instintos, y tente alerta.

Ábrete al Bardo; también el corazón.
Déjate hacer hasta verte cubierta
Por los fuertes brazos de la erudición.

Cuando la luna creciente
Ilumine tu rostro
Más allá de las antorchas
Y el brillo de las
Emociones,
Tenderás tu mano temblorosa
A los visitantes descarnados
Embriagandoos de paz
Tú, y la Tierra que pisas.
Y ya sólo ella temblará.
Entonces, bésame...

Descuidero De Dulces Bocados

Sobre tu pecho he domiciliado
- Sin ánimo de mostrarme descortés -
Los pecados de tu esencial feligrés.
Has recogido todo lo sembrado.

Me percibes como a un tipo de interés
A pesar de sentirme devaluado.
Por más que mi espíritu desbocado
Sufra y pague la fogosidad de tres.

Y si debo solventar mi hospedaje
En tal pecho de incalculable valor,
Bien puedes acusarme de pillaje

Pues usaré todas mis artes de actor
Para aligerar tu leve ropaje
Y robarte un instante de dulzor.

Los ladrones de besos
Acechan en la sombra
Para atesorar en su saco
Profundo
El botín alevoso y
Nocturno
Que dé un mínimo
Sosiego
A su necesidad.
No temas;
No siempre duele.

Hoja Seca Y Salada

Camino fiel a mi filosofía
-De soledades he estado bebiendo-
Aunque del camino me estoy saliendo
Empujado por la brisa, sin guia.

Como hoja seca, a caballo corriendo
Del viento sobre la playa vacía.
Señora y dueña de la ortografía
Sobre cuya arena estoy escribiendo.

Y piso el agua con delicadeza
Para no desagradar a los peces.
Dí,¿cuantas veces te hablé con torpeza,

Con tibias palabras o con dobleces,
Con falta de destreza y de firmeza?
Otras, bien revelaron desnudeces.

La palabra desnuda
Reafirma
Su condición de
Descubierta
Y espera detrás de la
Puerta
Escondiendo sus vergüenzas.
No me ocultes tus sentires
Ya que, siendo transparente
En mal lugar quedarías.
Sonríe y... háblame.

De Ausente Pujanza

Tras los argumentos, que son de cajón
Sin todavia cerrarse la cicatriz
Que me hace desgraciado, como felíz,
Obviando la mordedura del arpón.

De un abrazo crujiente como el maíz
Obtengo mucho más que una conclusión
Vadeando el camino de la reflexión,
Cual caviloso trabajo de una actriz.

Y sigo ciertamente ensimismado,
Víctima de la razón evadida,
De un opaco raciocinio emigrado.

Paseando solitario la avenida
- Dado que recoleto me has dejado -
Con dolida vitalidad dormida.

La Sombra De La Estimación Es Alargada

Cuando tu singular nuca reposas
De tu advocación me torno converso,
Aún que tus ojos me vean perverso
Dando mis palabras por mentirosas.

De todas las cosas del Universo
Mundo, de las mejores tú rebosas.
Y a riesgo de poner a otras celosas,
Puedan tus labios merecer un verso.

Gratos labios de rojo turmalina
Tan dulces como la uva de moscatel;
Sabrosos como un plato de cecina;

Contorneados como por un pincel
Licenciado en la capilla sixtina;
Que marcan indeleblemente mi piel.

Quédate en tu cueva,
Duendecillo.
Con la tranquilidad y paciencia
De un quelonio.
Esperando la llegada de la larga sombra:
Sin temor,
Tal vez con confianza.
Pues viene a traerte consuelo
Y sosiego.
Tal vez
Satisfacción.

Cimientos De Veneración

No quisiera caer en la herejía
Si deliberadamente parodio,
Cual ciego en el patio de Monipodio,
Los fundamentos de mi idolatría.

Los sacrales secretos que custodio
Tras escudo de afilada ironía,
Menos valor dan que tu lencería
Tras nuestro antepenúltimo episodio.

Dejando a un lado encajes y puntilla
Debo poner deferencia al momento
De ver en tu espalda la paletilla.

Y debo decir sin comedimiento,
Por mucho que seamos la comidilla,
Que cerca anda del perfeccionamiento.

Por la parte que me toca
De compartida culpabilidad,
Has de saber
Que sufro cuando presencio
Tus noches deshabitadas.
Por más que, a veces, las hagas
Refugio de tu silencio.
Las mías, en consecuencia,
Serán delirio y condena
Por mordaz lágrima
Que me sentencie.

Rayo Proyectado En Un Vaso

El afán que, agradecido, me dejo
En rescatarte cual ideal princesa
De local revolución que regresa,
Me honra con fundamento el entrecejo.

Un rayo de Sol que, breve, atraviesa
Tu esclarecida cabeza, y reflejo
De lucidez y prisma más complejo,
Del que sueña e imagina quién te besa,

Va a proyectarse en el filo de un vaso
Que libado con suficiente atención
Me devuelve a las fuentes del Parnaso

La noche en que, quizá sin tu aprobación,
Y armado de un discernimiento escaso
Convertí tu hermosa sonrisa en canción.

El anhelo explícito,
Implícito en el vaso,
No da reposo a las pasiones,
Mas sí
Razones al menesteroso.
Mésame de nuevo
Las barbas
Bajo esa mirada
De
Disimulado
Candor.

Vendido Al Cruel Aroma

Ese sentir punzante y abrasador
Más agobiante aún que la solana
Tal que si fueras Eva con manzana
Vendido al cruel aroma de tu licor.

Hoy, por hoy, que te encuentro más cercana
Y desprecio ese peligro del dolor
Que podríame causarme tu pundonor
Tu desdén, indiferencia o desgana.

Como aquellos planetas solitarios
Hogaño, huérfanos de estrella y de luz,
Al encuentro de astros más solidarios.

Renuncio a la estrategia del avestruz.
Me enfentro a tus temores y escenarios...
Y tienes más peligro que un arcabuz.

No me castigues
Con tanta diligencia,
Que tengo la voluntad
De vacaciones.
Ni la cerveza,
Ni los calamares
Dan sosiego a mis dolores.
Tendría que llover a mares
Para que olvidase tu impronta.
Si deseas acercate
No lo dudes, no te pares.

Puerta De La Solución

La frente alta y la sonrisa amable
Ante la lluvia donde inerme flota
El gérmen de la rebelión que brota
En corazones de esencia indomable.

La rosa que sujeta una gaviota
No amilana el ánimo imperturbable
A quien desconoce el deje inefable
Del amargo sabor de la derrota.

Sonriendo a los que píden represión
En despacho de insultante vividor
-Mas pernicioso y maligno que un tumor-,
Adalid de impunidad y corrupción.

Enfrentados ante el diestro estafador;
A vendedores de humo y decepción,
A los que ejercen con sable y sumisión
Olvidando a quien les paga, sin rubor.

Desafiando con cierta chulería
El talento del desasosegado.
Le sobra a alguno, más de un diputado,
En esta orgía de la bastardía.

El tributo servil al obispado
-A quienes viven su propia herejía-;
Y con mofa a la ciudadanía
Una ofrenda a los dioses del mercado.

Media esfera se une con eficacia
A nuestra inflexible determinación,
En un ejercicio de autoafirmación
Estampado en el tronco de una acacia.

Canto sereno de la vindicación.
Grito apremiante de la democracia,
Urge a los hijos de la contumacia
En la invícta Puerta de la Solución.

Una Migaja Para Mi Sustento

Ahora, que admirando tu rostro, el prisma
Muestra los colores del atardecer;
Reflecta lo que Apolo desea esconder
Olvidando el ángel de tu carisma.

Ahora, absorta y encerrada en tí misma
Sin pedir nada, ni una miga ofrecer
Del sustento que para mí es menester,
Como el viento acaricia la marisma.

Ahora, que ansío con padecimiento
Otro beso largo como el silencio
De gran decimonónico fragmento.

Ahora, que parte de tí residencio,
Desde tu reflejo, a tu sentimiento.
Excusa el deterioro que evidencio.

Cuando apagas la vela
Que conduce,
Con mayor o menor tiento,
Al hombre de los caminos
Menos transitados,
Le obligas a elogiar
La ceguera
Que le lleva a guiarse
Únicamente por los sentires,
Para encontrar ese espacio sin emplazamiento,
El cual, solo existe en tí.

Enclavado En Mi Fuero Interno

No me aleja el ígneo aliento de un dragón,
De tu falda cuando empieza a decrecer;
Y mi débil fuerza da en descender
A un abismo apasionado en combustión.

La circunstancia de no pertenecer
A ningún sitio, como suma expresión
De sagaz desapego y liberación,
No me desliga de tu extenso poder.

Incapaz de satifacer la tíbia
Causa extraña que te lleva hacia mí,
No voy a dar respiro a la desidia

Pues tomaré con firmeza el bisturí
Que abre el corazón, y quizá alivia
El peso que represento para tí.

Y ahora, quítame el instrumento
Por firme que sea mi mano.
Díme que los volcanes
No erupcionan
Por tí, ni
Por mí.
Que las pavesas que me sobrevuelan
Son estrellas fugaces
Portadoras del calor
Que siento en mi espalda,
Y más adentro.

Infausto Despertar

En un claro despertar proveniente
De, puede ser que el sueño más antiguo
Cuyo golpe de emoción no amortiguo
Aunque el aire se muestre transparente,

Creo sentirte, pero no te averiguo.
Ficción, realidad... todo está en la mente
Hayamos, o no, perdido el Oriente
En un tornar menos cierto que ambiguo.

De súbito, siento notarte otra vez;
En lontananza, empero, no te hallo;
Ni tus ojos, ni tu ansiada desnudez.

-Torpe y errada visión del serrallo
Producto de mi refractaria embriaguez,
O de haberme caido del caballo.-

Si tú me ves, y no te veo
Hazme señas con insistencia
Pues, aún después, no me entero.
Después de haberte sentido,
Visto,
Oído
Y tocado,
Embargado me he quedado
Ante semejante encuentro.
Y estoy que ni salgo
Ni entro.

Límpida Entre Mis Dedos

Robado beso, dulce como crema
Donde en la azarosa noche me arrojo
Y de toda inhibición me despojo.
Noche feriada, hedónica y suprema.

Los embelesados plieges trashojo
De tu acusada sencillez extrema,
-Eminente y sublime como un poema-,
Que entre mis solidos dedos acojo.

Y ahora, felizmente desubicado
Como el eje de virtuosa veleta.
A frágiles brazos precipitado,

Como el perdido eje del planeta.
Ni una sola bala; ni un dado
Para mi desamparada ruleta.

Con éste,
Ya van dos chasquidos,
Y nada obedece a mis dedos.
Un solo metro de separación
Es una distancia inasumible
En este preciso momento.
A penas sí puedo olerte,
Buscarte en este corto espacio
Con mi olfato infalible.
Déjame, al menos, leerte
Los surcos de la mano.

Soñado Resurgir

De todas las cosas que tengo en mente,
Viéndose inmersas en una celada,
Es tu boca quien da la pincelada
Que impregna el espacio melifluamente.

Ignoro si nos ven desde la grada,
Si la discreta niebla consistente
Permite vernos clarísimamente
Viviendo una renovación soñada.

Pero sí sé que en cada palmo cierto
De tu cuerpo, proyectado en azogue,
Hay algo que me lleva al desconcierto.

Aunque con cada fragmento dialogue
- Mostrando un entendimiento desierto -
No remedio que la angustia me ahogue.

Se estremece la cálida luz
De candilejas
Cuando rozas mis dedos,
Inocente de si el público
Me sabe o me ignora,
O, simplemente no tiene
La menor noción
De lo que aquí se cuece,
A medio fuego, pero hirviendo,
Como la sangre
Que mueve éste cuerpo.

Las Figuras Que Fabricas

En tus manos materia maleable,
- Para mí fundamento y asidero
Nunca antes visto bajo mi sombrero -,
Que trocar puedes en arte indudable.

Hastiada por mi gesto lisonjero,
- Negando una evidencia incontestable
Revelando una paciencia admirable -
Encajando, sufrida, el aguacero.

Descubro los fragantes resplandores,
- Que en mi despiste encuentran resistencia -
De deslumbrantes y cárdenas flores.

Me llevan del deseo a la abstinencia
Enfrentados sentires luchadores
Dejando por los suelos toda ciencia.

El largo - y virtual - abrazo articulado
Sobre respuestas sin preguntas
Que tú no quieres oir
Y yo no puedo callar
Se me hace más corto - !qué extraño! -
Que el último trago disfrutado
Mientras mis oidos
- Dulcemente acariciados -
Se dejaban seducir
Por las palabras.
Por tus palabras.

De Temores Velados

En los dias de elogio a la torpeza
Sobre escenario de gran agitación
Buscando, tenáz, la aúrea proporción.
Rendido a la inexcusable belleza.

Rasgaban y eludían la decisión
Esas noches de dudas y cerveza
Dejando al descubierto mi tibieza.
Clara ausencia de aplomo y afirmación.

Llanto de gatos, en su gris pubertad,
Bebiendo de las aguas del Parnaso
Donde ahogaba mi impasible mocedad.

Lágrimas cruzadas por luz de ocaso
Sobre el cadáver de aquella realidad
Nunca vivida, por miedo al fracaso.


La sombra oculta del pusilánime
Pretende cruzar el arroyo de las pasiones
Sobre una cuerda de acusada inconsistencia
Tal, que no soporta el peso de los temores
Sumiéndola en el abismo
Del agridulce platonismo
De indiscutible proyección patológica.
Nunca diremos que de ese agua
No volveremos a beber,
Porque podríamos ahogarnos en ella
Sin caricias, besos ni contemplaciones...

Pensamiento Edificado En Tus Ojos

Dignos saberes que el silencio entraña
Con un temperamento imperturbable
Estimulan mi atención más notable;
Erguido, como pujante espadaña.


Grave calidad del silencio amable
Que invade la prudencia de la araña
Mientras teje la red en que se baña
Mi sosiego, de tendencia mutable.


El mutismo, detenido y severo,
Edifica la más profunda intención
De asirte con sutileza y esmero,


Y susurrarte al oído una canción,
Suave como balsa en embarcadero,
Para endulzar tu disperso corazón.


Un corazón, que ya no está intacto,
pero rejuvenecido y anhelante
Puede adentrarse en las navegables aguas
Del inconsciente colectivo
Para rescatar, de vez en cuando,
Alguna perla solitaria
Que pueda prenderse en un papel
Fértil pero en barbecho.
Para mayor gloria de antecesores
Que versificaron, tal vez,
Pensando en nosotros.

De Inconfesados Deseos

Ahora, que me arrobo en la distancia
De tiempos que nunca fueron mejores,
Tras turbios y escarmentados amores
Exentos de la mínima elegancia.

Evocando importunos amargores
De nuestra muy desapacible infancia
Víctima de crueldad e intolerancia,
A falta de ecuánimes tasadores.

Antes de, mi hígado, ser devorado
Como en su día fué el de Prometeo,
Desatendámos tanto desagrado,

Demos, por la dicha, breve paseo
Para dejarte bien certificado
La naturaleza de mi deseo.

Mutismo Resonante

La sombra de un lamento enflaquecido
Se oculta tras una sonrisa amable
Finalizada en mueca indescifrable
Con blanco y breve crujir sostenido.


En mí no fuese ésta luz admirable
Que ilumina un rostro desvalido.
Más que pobre luciérnaga y olvido
En un mar de silencio innavegable.


Reconvertido el mutismo desnudo
En naturaleza más resonante
Descubre que le sobra todo escudo,

Que el silencio resulta delirante
Al quebrarse un alma y quedar viudo
El gesto lisonjero de un amante.