Naufragamos en un terco mar de
Corazones de plata abollada
Por la naturaleza agresiva
Del Tiempo y por su grave sentencia,
O fletamos barcos de esperanza
Heridos ya de muerte y desidia
Bajo la linea azul de flotación.
Y el olor espeso y derrotado
De pequeños dioses chamuscados;
Aún más quemados que la dignidad
De un vocero indecente y grotesco
Sujeto a la hendidura ética
De las hienas más acicaladas.
Pero el rastro de los caracoles
No descarta un encuentro audaz, firme
Y fortuito con la primera
Dama de un reino gelatinoso
Armada de bragas comestibles.
Solo quedamos los inmutables
Refugios de la expectativa gris
Y monocorde apuntalada por
Gratas sonrisas melancólicas.
viernes, 16 de marzo de 2018
viernes, 2 de marzo de 2018
La Dignidad De Los Caidos
La sal impregnada de odio y de impunidad
Brota de la ruin e insultante sonrisa
Que hace mella con esmerada crueldad
En las sangrantes llagas de la memoria.
Trece rosas para tumba inexistente,
Anhelante de la promesa incumplida,
De la justa y necesaria satisfacción
Que la justicia no puede cumplimentar.
Cuarenta años -tras cuarenta años- de espera.
De pedir con calma y ejemplar mesura
Una migaja de caridad cristiana
A quienes se esconden tras los crucifijos.
A quienes alimentan la malquerencia
Procurando evitar, por todos los medios,
Que nuestros muertos salgan de las cunetas
Para determinarles como asesinos.
La sal escuece en las heridas abiertas
Por los que roban, entre otras, la esperanza.
Brota de la ruin e insultante sonrisa
Que hace mella con esmerada crueldad
En las sangrantes llagas de la memoria.
Trece rosas para tumba inexistente,
Anhelante de la promesa incumplida,
De la justa y necesaria satisfacción
Que la justicia no puede cumplimentar.
Cuarenta años -tras cuarenta años- de espera.
De pedir con calma y ejemplar mesura
Una migaja de caridad cristiana
A quienes se esconden tras los crucifijos.
A quienes alimentan la malquerencia
Procurando evitar, por todos los medios,
Que nuestros muertos salgan de las cunetas
Para determinarles como asesinos.
La sal escuece en las heridas abiertas
Por los que roban, entre otras, la esperanza.
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