Naufragamos en un terco mar de
Corazones de plata abollada
Por la naturaleza agresiva
Del Tiempo y por su grave sentencia,
O fletamos barcos de esperanza
Heridos ya de muerte y desidia
Bajo la linea azul de flotación.
Y el olor espeso y derrotado
De pequeños dioses chamuscados;
Aún más quemados que la dignidad
De un vocero indecente y grotesco
Sujeto a la hendidura ética
De las hienas más acicaladas.
Pero el rastro de los caracoles
No descarta un encuentro audaz, firme
Y fortuito con la primera
Dama de un reino gelatinoso
Armada de bragas comestibles.
Solo quedamos los inmutables
Refugios de la expectativa gris
Y monocorde apuntalada por
Gratas sonrisas melancólicas.
viernes, 16 de marzo de 2018
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