Entre las nubes de luminosidad cegadora
La dama ata su sandalia de fuego;
Negando a la vista su cintura preñada
Un vestido rutilante como el Sol del cielo;
Moviendo sin reparo su grácil figura
Entre las nubes de luminosidad cegadora
Rostros babeantes hasta número de siete
Olisqueando de la dama su entrepierna.
Doce estrellas coronan su semblante,
En cada una un rayo de firmeza
Llena de ira el rostro repugnante
Al que le niega su hambre ya creciente.
Beben sin apagar su iracunda sed de mal
Esperando en vano anhelo cobrar pieza
Sobre una roca húmeda y pestilente
Tratan de jugarse la férrea belleza
Instando a la dama con gesto amenazante
A que desista de mostrar su fortaleza.
lunes, 7 de diciembre de 2009
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