Encuentra el sosiego en el olvido que la
Languidez impide. No hay sosiego ni
Nada que ablande los músculos y las ideas.
Únicamente el vaso que los dioses y las mareas
Mágicamente olvidaron en la playa; que allí
Encontró lleno de dulce vino de Rodela.
Reía sardónicamente el ángel atribulado
Oyendo las incomparables melodias
De las Esferas en un infinito segundo
Enfrentado, o casi, con el resto del mundo
Luctuoso. Cesaron las notas de las cosmogonías
Al aparecer, súbitamente la Bestia a su lado.
Besaron el viento mientras cruzaban miradas
Encendidas que producían centellas, dejando caer pavesas
Sobre la arena manchada de granates y rojos.
Tiempo inmensurable, el encuentro de aquellos ojos
Ígneos y sanguíneos, adivinando funestas promesas
Al viento que generan las faldas de las hadas.
lunes, 25 de enero de 2010
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