El vino del furor de su concupiscencia
Libera las mil potencias de sus deleites
Nublada con suave mirra y otros aceites.
Unida al carro vil de su decadencia
Mira con somnolencia.
Empolva sus afeites
Rueda como la mayor piedra de molino
Otrora arrojada al mar de la abominación.
Detrás de su atrabiliaria determinación
Esconde un envanecimiento mortecino.
Lagrimal anodino,
Agallas de importación
Babilonia gris, de demonios habitación
Estancia inmunda de aves aborrecibles
Silenciosa estás de los arpistas sensibles
Tronío de reina de fuego y destrucción.
Ínfulas de tradición.
Almas indivisibles.
martes, 13 de abril de 2010
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