La postrera emoción se descuelga
Por las paredes de lo ignorado
Más claramente reconocible,
Cuando la ciudad vuelve a sonreir
Sin restos, ya, de los dulces buñuelos
En diseminada dentadura.
Y encuentra refugio entre los pechos
Aún más cálidos que generosos
De aquella espinosa expectativa.
Te confío mi esperanza, esperando
Que confíes más que yo en ella.
sábado, 1 de septiembre de 2018
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